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(I parte) REFORMA MUNICIPAL Y CALIDAD DE LA DEMOCRACIA (ICHEM)

REFORMA MUNICIPAL Y CALIDAD DE LA DEMOCRACIA.




Ricardo Israel.


INTRODUCCIÓN.



Chile es un país unitario que cuenta con 345 municipios. Se rigen por las mismas normas que en lo esencial los consideran como “administraciones municipales”. El carácter unitario del Estado es una característica distintiva y ha estado presente a través de toda la historia, siendo la descentralización una excepción.
Ensayos “federalistas” no tuvieron mayor acogida ni éxito como tampoco el poder local. De hecho, hasta la década del ochenta, las municipalidades eran vistas principalmente como instituciones encargadas del aseo y del ornato. Su protagonismo se inicia en esa década, cuando el régimen militar que gobernaba al país toma la decisión de traspasar a los entes locales la gestión de salud primaria, la educación básica y media y los subsidios contra la pobreza. Desde entonces se mantiene un problema que continúa hasta el día de hoy: el traspaso de responsabilidades sin que se acompañen los recursos financieros correspondientes. En otras palabras, aunque bien orientada la decisión, el sistema nació con el pecado capital de su desfinanciamiento. Entonces, al igual que en el resto de las instituciones políticas del país, las municipalidades carecían de autonomía ya que los alcaldes eran designados por el gobierno central.
Al retornar la democracia a partir de 1990 se impulsan medidas para conferirles autonomía política, y así, a partir de 1992, alcaldes y concejales son electos por el voto popular, aunque en lo fundamental no se modifican ni las atribuciones ni los medios de financiamiento. Las reformas que se han hecho han sido más bien mejoramientos y agregados a los cambios que se hicieron en los ochentas. Lo anterior a pesar que el año 2004 su manejo financiero era el equivalente al 13% del gasto gubernamental total y empleaban al 54% del personal público (1).
En otras palabras, siguen siendo concebidos como entes asistenciales más que como instrumentos fundamentales del desarrollo local. A pesar de ello, son sin duda alguna, las instituciones públicas más cercanas a las necesidades y demandas de la gente, con una potencialidad todavía no satisfecha para convertirse en una base del funcionamiento democrático del Estado.
En la década del 90 hay un cierto intento para que adquieran un mayor protagonismo y para que la Asociación Chilena de Municipalidades (AChM) tenga una presencia significativa. Sin embargo, el proceso pierde impulso y hasta retrocede como agente de importancia. Es paradójico pero real, ya que a medida que se reconoce una mayor importancia de los municipios, el protagonismo de su entidad representativa pierde relevancia, y es así, como en forma creciente , tanto el ejecutivo como el legislativo toman decisiones que afectan a los municipios sin consulta a los afectados. Donde es mas notorio lo anterior, es en la aprobación de leyes, tales como las de presupuesto que traen consigo responsabilidades financieras sin que se consideren los recursos para ello, tal como ocurre por ejemplo, con los aumentos de sueldos y salarios.
¿ Cuál es el contenido de mi artículo?. Uno solo: el tema para Chile hoy es la necesidad de una Reforma Municipal.




LA REFORMA MUNICIPAL.



Considerando lo que ha tenido lugar en el país en el periodo que cubre este libro, es indudable que se necesita una profunda reforma que transforme a los municipios en gobiernos locales, que aumente sus recursos financieros, que mejore una gestión que en general no es buena, que les permita transformarse en agentes de desarrollo económico y social, y que posibilite mejorar la capacitación de sus recursos humanos. En otras palabras, una reforma que permita una modernización profunda, ya que en relación al progreso general del país, los entes municipales se han ido quedando rezagados, lo que indudablemente crea un problema considerando su importancia creciente para la vida cotidiana de las personas.
Una “administración “ local requiere tan solo de funcionamiento y entrega de servicios. Sin embargo, una reforma municipal debe tender a transformar a los municipios en lo que no son, es decir, en “gobiernos” locales, capaces no solo de administrar, sino también de planificar territorialmente y prestar servicios lo suficientemente buenos para que superen el nivel asistencial ingresando así en el desarrollo económico, en el fomento del empleo y en la difusión de nuevas tecnologías.
La reforma municipal debe ser también cualitativamente distinta para que no se centre todo el problema en gestión y cantidad de recursos, sino que también la autonomía municipal sea una realidad que permita fortalecer la participación ciudadana, de manera que las organizaciones sociales y los actores locales pasen a ser protagonistas, y no se limiten solo a elegir alcaldes poderosos en relación a concejales secundarios cada cierto número de años.




¿QUÉ TIPO DE REFORMA ?


Chile se acerca a su bicentenario, el que en Chile se cuenta a partir de 1810, no desde su declaración de independencia, sino desde su primera junta de gobierno. Es decir, al igual que en otras partes de la América española, la invasión napoleónica de la madre patria contribuyó a la gestación del gobierno autónomo, proceso que desembocó finalmente en nuevos países.
Esta fecha simbólica es lo suficientemente importante para que pueda servir como marco para una reforma municipal profunda. Coincide además con un cambio de gobierno, y en Chile la tradición es que tan importante como la persona del nuevo Presidente o Presidenta es el debate que gira en torno al proceso electoral, ya que en general las elecciones no solo se ganan con votos sino también con argumentos, en el sentido que los temas que predominan en el proceso electoral, son también aquellos que marcan el debate público y legislativo en los años siguientes.
Hacer la reforma municipal no va a ser fácil. Como ejemplo de reforma profunda se usa el del sistema procesal penal de la justicia. Sin embargo, aunque hay similitudes tales como la necesidad y el hecho que el país cuente hoy con los recursos gracias a la holgura fiscal del precio del cobre, también existen importantes diferencias. En primer lugar, el cambio del sistema de justicia contaba con una especie de unanimidad en la opinión pública, y sobre todo, en segundo lugar, existiendo el acuerdo político en el Congreso solo se necesitaba un interlocutor: la Corte Suprema, dado el carácter jerarquizado del sistema.
En cambio, en la reforma municipal no existe esta unanimidad y fundamentalmente, hay múltiples actores con una gran diversidad de intereses, por lo que toda reforma va a ser un proceso mas que un solo acto dramático, aunque al igual que en la reforma judicial en vez de hacerlo en todo el país de una sola vez, seguramente se necesitaría empezar en una región para ir avanzando en etapas, para culminar en la Región Metropolitana y en Santiago, la capital.
Por lo demás, la existencia de recursos, el acuerdo nacional sobre su urgencia y la voluntad política no son muchas veces suficiente, como lo demuestran los reiterados fracasos de Chile en generar una reforma educacional lo suficientemente buena, ya que en este sector se han multiplicado los fracasos y los éxitos han sido escasos en el periodo que cubre este libro.
Mi visión de una reforma municipal está centrada tanto en los derechos ciudadanos como en la modernización del Estado. La pregunta es una sola y grande : ¿ cómo transformar a las administraciones municipales en gobiernos locales?
La respuesta está relacionada con la necesidad de Chile de avanzar hacia reformas políticas que yo llamaría de “segunda generación”. Así, junto con el retorno a la democracia, la primera generación de reformas buscaba consolidar la democratización. Sin embargo, la segunda debe proponerse promover la sociedad civil. La primera tenía como objetivo la estabilidad del país, la segunda debe buscar el poder de los ciudadanos. La primera buscaba el respeto a la voluntad popular, la segunda que exista igualdad de oportunidades. La primera pretendía terminar con el autoritarismo, la segunda debe proponerse transparencia, frenos y contrapesos institucionales, la rendición de cuentas de los electos y combatir la corrupción.