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(II parte) REFORMA MUNICIPAL Y CALIDAD DE LA DEMOCRACIA (ICHEM)

CALIDAD DE LA DEMOCRACIA. Cuando se habla de transición a la democracia, la ciencia política distingue al menos entre tres tipos: la rupturista, la negociada y la institucionalizada. Ejemplos de rupturistas son la nicaragüense posterior a la derrota del gobierno de Somoza o la griega posterior a la caída de los coroneles. Ejemplo de negociada es la española de los “Pactos de la Moncloa” después de la muerte del Generalísimo Franco o la uruguaya. Ejemplos de institucionalizada son la brasileña y la chilena, donde si el General Pinochet perdía el plebiscito debía llamar a elecciones presidenciales , pero también podía permanecer otros ocho años como Comandante en Jefe del Ejército, como en definitiva ocurrió en ambas situaciones. Sin embargo, Chile ya completó su transición a la democracia, la que se encuentra totalmente consolidada. El desafío de hoy, es la CALIDAD DE ésta. La diferencia es importante cuando uno lo mira desde el punto de vista de la reforma municipal, ya que en una transición basta con que las instituciones funcionen, mientras que en una Democracia de Calidad, además deben funcionar bien y la ciudadanía debe sentirse orgullosa e interpretada. En forma cada vez más creciente, las encuestas muestran un alejamiento de la gente y una actitud cada vez más crítica de instituciones democráticas claves como el Congreso y los partidos políticos y de instituciones básicas para un sistema de libertades, tales como la administración de Justicia. De ahí la importancia de una reforma municipal, ya que para reencantar a la gente con la actividad pública necesitamos reformas de segunda generación, no solo democratizadoras, sino también modernizadoras. Al respecto, no hay mejor lugar para empezar que el municipio, ya que en ninguna otra parte la relación del ciudadano es mas cercana con el poder. De ahí la importancia del “contrato ciudadano” como una verdadera necesidad de la democracia. El punto de partida de toda reforma, es que el sistema municipal no admite mas parches, sino que necesita una reforma de gran profundidad. Las reformas constitucionales que ha hecho Chile a partir de la Constitución que dejó el General Pinochet no son suficientes, desde el momento que no dan cuenta de los cambios que ha sufrido tanto el país como las expectativas de los chilenos. En otras palabras, lo que alguna vez fue un logro, hoy es tan sólo el mínimo de los mínimos. Si Chile se da por satisfecho con las reformas ya hechas cometería un gran error como país: mirar hacia el pasado y no hacia el futuro, desde el momento que a pesar de sus numerosas modificaciones, tanto la Constitución como el sistema político siguen siendo respuestas a la crisis que vivió el país en 1973. El MARCO DE LA REFORMA MUNICIPAL. Cuando este autor propone una reforma municipal, piensa en lo siguiente: Primero que todo, argumenta la necesidad de reformar la legislación que regula a la política, diseñada en los ochentas y pensada para un contexto de democracia limitada, y que esencialmente sigue presente, sobre todo en lo que tiene relación con el ejecutivo y las atribuciones de la Presidencia de la República, con exceso de poder , ya que fueron pensadas para un mandatario autoritario mas que para uno electo o electa. Parte de este esquema son las insuficientes atribuciones de los parlamentarios, y las limitaciones de los municipios. Segundo, Chile debe enfrentar el tema del prestigio de la política y el desinterés en los temas públicos partidarios. Tercero, que se permita la iniciativa popular en materias de ley, y que aumenten los plebiscitos, no solo a nivel nacional, sino sobre todo, a nivel local. Cuarto, para oxigenar la representación popular a) se deben limitar las reelecciones; b) posibilitar el “Recall” o Revocación de la elección de quienes no han cumplido con sus promesas electorales, permitiendo que sean desafiados electoralmente a la mitad de su mandato al reunirse un número significativo de firmas; y c) para darle algún tipo de representación a los concejales municipales, se debiera concederles una representación territorial, quizás dividiendo el territorio municipal en tantos distritos como concejales haya, para evitar la absoluta falta de protagonismo que hoy tienen. En resumen, las reformas de segunda generación en el ámbito de la política se preocupan sobre todo de los derechos del ciudadano y de la modernización y prestigio del Estado, empezando por el nivel municipal. Este es el argumento central, ya que como se señaló el bicentenario está mucho mas próximo que el quiebre de nuestra democracia de hace una generación atrás. Incluso si se cuenta el bicentenario de la independencia formal sería el 2018 y si se sigue la línea convencional de la Primera Junta de Gobierno sería el 2010, sin embargo, nuestras instituciones siguen siendo una respuesta a la crisis del 73 más que una mirada al futuro. Por ello se necesita un Estado lo suficientemente moderno como para conceder poder a sus ciudadanos y no solo verlos como entes pasivos que cada cierto número de años se limitan a sufragar. Y el lugar donde ello puede y debe partir, es la reforma municipal. ¿Qué quiere decir lo anterior?. Que las reformas de segunda generación orientadas a la Calidad de la Democracia, en lo municipal deben hacerse preguntas tales como las siguientes: ¿Qué es un Estado eficiente?. ¿Cómo funciona un municipio eficiente? y ¿Cómo transformar a instituciones pensadas para simples administraciones municipales en verdaderos gobiernos locales?. Sin hacernos estas preguntas, y sin buscar las respuestas es muy difícil que se dé la igualdad de oportunidades en temas tales como la educación, la salud y la seguridad ciudadana. Es decir, en el ámbito municipal las reformas de segunda generación necesitan el concurso de ciertos principios aplicados a lo público tales como eficiencia, equidad y calidad de los servicios que se entregan a la población, la que debe se vista como ciudadanos, voten o no, es decir, como sujetos de derechos. En esa línea de pensamiento, las reformas de segunda generación y una democracia de calidad, necesitan de servidores públicos capacitados, bien remunerados y con altos niveles de moralidad, condiciones que hoy no abundan ni en muchos municipios como tampoco en la administración nacional. Además, tengan o no recursos, en general, las municipalidades tienen serios problemas de gestión. Se necesita eso si una contrapartida: para vigilar que se sirva a la comunidad y no se sirva de ella, la ciudadanía debe estar no solo conciente de sus derechos, sino también de sus deberes, lo que tampoco existe en el día de hoy, y que es parte del componente ético de toda reforma.