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(IV parte) REFORMA MUNICIPAL Y CALIDAD DE LA DEMOCRACIA (ICHEM)

ÉTICA E IGUALDAD DE OPORTUNIDADES. La eficaz utilización de los recursos públicos es la condición que permite una mayor igualdad de oportunidades, ya que en el mundo del siglo XXl, el recurso más importante de los países es el recurso humano, y por ello, es un desperdicio que la desigualdad y las brechas educacionales le marquen la vida a un niño a corta edad, ya que dependiendo del colegio donde estudió van a depender sus oportunidades en la vida. En otras palabras, más que su inteligencia o esfuerzo, su lugar en la sociedad va a quedar determinado por algo sobre lo cual no tiene control alguno. Y la experiencia de los últimos años, es que en democracia las brechas se han mantenido o aumentado, perjudicando sobre todo, a quienes estudian en un colegio administrado por un municipio. Todos entendemos que la igualdad de oportunidades en educación es clave para la superación de la pobreza, ya que la pobreza dura no puede ser solucionada ni por subsidios públicos ni por el mercado, tal como lo demuestra una generación de fracasos en los ghettos urbanos de EE.UU., a pesar del dinero gastado o malgastado. La experiencia internacional muestra que el camino pasa por la educación y por el esfuerzo de quien logra cambiar de posición social, y en el camino, logra llevarse a su grupo familiar. En ninguna parte, ese proceso puede darse mejor o peor, perjudicando o beneficiando que a nivel local, otra razón adicional para una profunda reforma municipal. Es indudable que se necesita, tanto un sector público con mayor agilidad para responder a las demandas de la comunidad, como también una ciudadanía más activa y menos pasiva. ¿Cómo se logran ambos cambios?. De una sola manera: acercando los municipios a la gente, con instituciones más accesibles que les proporcionen a los vecinos un sentido de orgullo y pertenencia, lo que es básico no solo a nivel local, sino también para echar raíces en un mundo globalizado que tiende a la homogeneización, hasta en comida y vestuario. Chile necesita aquí dar otro paso, más cultural que institucional y político, ya que se necesitaría también la aceptación de la diversidad, no solo de la mera tolerancia, ya que la última es pasiva (“te acepto, es decir, te tolero”), mientras que la diversidad es un concepto activo, desde el momento que presupone que la diferencia, social o étnica, enriquece. Las reformas de segunda generación y una democracia de calidad necesitan como presupuesto a la ÉTICA, así con mayúsculas, y en los municipios se puede hacer antes que en el gobierno central, ya que se ve con mayor claridad lo que es correcto de lo que no lo es, aunque se observen signos preocupantes de corruptela. Para que las reformas tengan éxito y el apoyo necesario, se necesita eso sí una definición del poder central, ya que hay que enfrentar como país los temas de la pobreza y de la exclusión, no solo como condicionantes económicas y/o sociales, sino sobre todo como desafíos éticos, a fin de lograr la mínima igualdad de oportunidades que permita que las sociedades sean gobernables y estables. Aquí surge otro supuesto para efectos de la reforma municipal: en el Chile de hoy la estructura política eficiente es aquella que no es vertical, burocrática o jerárquica.